Carta desde el más allá 4: Arrepentimiento

 

ARREPENTIMIENTO

 

Señor  Benjamín:

          A usted nunca lo llegué a conocer, pero le diré que a los de su nación, yo los odiaba con rabia profunda. Siempre creí que merecían la muerte y en ello empeñé mi existencia. La maldad y el rencor hacia ellos rezumaban por cada poro de mi piel.

        Mi orgullo, mi prepotencia y, por qué no decirlo, mi maldad, ocasionaron tragedias inimaginables hasta entonces. Cuando todo estuvo en mi contra, cuando todo estaba perdido, opté por dar fin a mi existencia terrenal. Un certero tiro en la cabeza, me libró de la humillación de dar cuenta de mis actos a los enemigos que me asediaban con gran sed de venganza. Fue tal vez el único acto de valor que jamás tuve.

        Ahora me encuentro en lo que ustedes llamarían, “el más allá”, el mundo de los muertos y de los espíritus. Quizás no me crea, pero es la verdad. En sus sueños le mostraré el inframundo en que me encuentro y tal vez se convenza de que digo la verdad.

       Aquí la justicia existe. Vago eternamente por una especie de bosque donde continuamente la tierra se estremece y se resquebraja surgiendo de ella sin parar espíritus que me acosan reclamando venganza. Oigo de continuo voces amenazantes, sonidos de pasos estridentes, ladridos de perros que muestran sus terribles fauces y el sonido de locomotoras que arrastran multitud de vagones donde almas inocentes son llevadas en busca de su destino fatal. Chimeneas gigantes humean sin parar, ahogando gemidos de niños que mueren sin comprender por qué. El humo de estas chimeneas se convierte en espíritus que me persiguen eternamente en busca de venganza. Este es mi infierno y sé que mi sufrimiento nunca acabará.

        Quisiera volver a la vida. Quisiera tener otra oportunidad y, con ello, todo lo cambiaría. No más muerte, no más guerras, no más odios.

     Usted aún está a tiempo, Benjamín. Pare el sufrimiento que está ocasionando. Sepa que cuando muera, las ánimas de sus víctimas le perseguirán eternamente y nadie le salvará.

         La historia puso el nombre de  Holocausto a mis desmanes. A los suyos le pondrá el nombre de Genocidio. Ya basta. No siga cometiendo los mismos errores que yo cometí. Pare este sin sentido.

 

Atentamente:                           

Adolf Hitler

Por María José M. 

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