Carta desde el más allá 13

 

Cementerio de San Pablo, a 23 de octubre de 2025

¡Hola! Un saludo a todos:

Mi nombre es Marcelino; hace ya diez años que vine al “Otro Mundo”.                                                                                                         

No vine solo, me acompañaron varias personas; eran vecinos del edificio donde yo vivía. Ya veis lo que son las cosas: a causa del horroroso derrumbamiento del edificio en el que residía en mi pueblo, ¡zas!, todo se vino abajo y allí caímos con todo, siete personas fuimos los fallecidos.  ¡Madre mía, qué horror!

Una catástrofe, sangre por todas partes, mucho polvo, bomberos intentando salvarnos, policía acordonando la zona, gente intentando rescatarnos, pero, qué os cuento, si yo no lo sé, si estaba muerto y muy muerto.

El caso es que dos personas, el del segundo izquierda y el del primero derecha, que quedaron muy graves y, después de mucho sufrir, fallecieron, no se pudo hacer nada, nos lo dijeron al venir.

Aquí en mi nueva “estancia”, el cementerio de San Pablo, todo parece paz y tranquilidad; de pronto: ¡PUM! ¡Qué susto! Me temblaron todos los huesos.

De pronto, en el pasillo central se oyó una explosión y dentro de la tumba se oía decir: «Estoy harto, me han engañado». Qué enfadado estaba, su calavera mordía de rabia.

Desde el panteón de enfrente, en el cual yacía el vecino del segundo, observaba por la pequeña ventana que había en el sepulcro el resplandor de la explosión del otro lado y le dijo:

-Aquí hay gato encerrado.

El del primero tenía los huesos molidos y no podía moverse, despavorido gritaba: «¡Socorro! ¡Socorro!». Y quién le iba a socorrer si estaban todos muertos.

Éste, el del primero, que en vida tenía fama de ladronzuelo, tenía siempre los ojos fuera de su calavera e iban y venían de un lado para otro observando a todos los que se aparecían al llegar la noche, por si alguna de las alhajas que algunos se habían traído consigo se escurrían de los huesos de las manos de los del cuello,

Y allí donde algo se soltaba corría y se hacía con el botín, para no perder su mala costumbre.

En fin, éste es nuestro acontecer en éste mundo del ¡Más Allá!

Ahora os voy a revelar el secreto que me traje a la tumba: yo antes, en el mundo de los vivos, estaba soltero, solo y vivía siempre con miedo, me asustaba la oscuridad. Ahora ya no, allí quedaron mis fobias.

En fin, yo andaba medio enamorado de una chica muy maja que vivía sola en el quinto piso.

¡Cómo me hubiera gustado decirle de mis sentimientos! Pero al final nos llegó la tragedia y ahora ya no puedo porque estoy ya muerto y en su momento me pudo la timidez. Cuando nos cruzábamos en el pasillo ella me decía: «¡Hola, guapo! ¿Qué tal estás?» Y, así, se vino mi secreto a la tumba conmigo. ¡Qué pena!

Bueno, vosotros ahora celebráis HALLOWEEN, pues pasarlo bien, y asustaros mucho.

¡Ah! Por cierto, os invitamos a todos para que vengáis a nuestra fiesta de Todos los Santos. Es broma, cualquiera os conoce en los huesos.

Sin más de vosotros me despido y quedamos para el futuro. ¡Ja, ja, ja!

Hasta la vista.

Por Adolfo R. 

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