Carta desde el más allá 3: Carta de un padre

 

Cuando me levanté esta mañana y recogí el correo, casi me da un infarto.

Al ir pasando las cartas ya notaba algo, me temblaban las manos. Había como una fuerza extraña que hacía que las pasara con ansiedad; hasta que llegué al punto de lo que lo producía era una carta de mi padre. ¿Pero cómo? Si había fallecido hacía muchos años… De alguna manera, se las apañó para hacérmela llegar desde el más allá. En ella me contaba una historia que le pasó y no había contado a nadie porque no se lo creerían, y a la vez quería prevenirnos.

 Imagen realizada con Canva IA

 

Cierto día, al pasar por la puerta del castillo con mi amigo, nos picó la curiosidad y a pesar de que nos habían advertido que no entráramos, pudo más la curiosidad. Atravesamos el foso por el puente y, al entrar en el patio de armas, ya empezamos a oír ruidos. El aire movía los guijarros, pero nosotros imaginábamos que eran las almas de los soldados que habían muerto luchando. Salimos corriendo escaleras arriba, recodo a la derecha, bajantes a la izquierda, no vimos el agujero del suelo y caímos al sótano, que servía de mazmorra donde metían a presos. Nos topamos con algún esqueleto atado con cadenas a la pared, las piernas no nos sujetaban, intentamos salir, pero la puerta estaba atrancada, los murciélagos volaban de un lado a otro, se estaban volviendo locos. Retrocedimos y dimos un traspiés cayendo sobre una argolla de la pared que era una palanca para abrir una puerta secreta. Esta se abrió, pero huimos de la lumbre para caer en las brasas.

Allí nos esperaba una jauría de perros famélicos que devoraban a los intrusos. Estábamos a punto de caer, cuando apareció el fantasma de la Dama del Castillo, que nos cogió en volandas y nos sacó por las almenas dejándonos a salvo.

Con esto quiero advertirte de que tengas cuidado al pasar por el castillo.

Vigila a los niños y cuidaos mucho.

Un abrazo muy grande.

 

Por Toñi