Me fui de este mundo siendo una persona muy perversa, tanto que le hice la vida imposible a una amiga. Yo tan malvada solo quería verla sufrir. Un día le partí un brazo y una pierna. Ella, pobrecita, no decía nada de quien le hacía semejantes cosas, siempre callaba y yo, cada vez, le hacía cosas más malvadas.
Un día, me acosté en su casa con ella y, como estaba dormida, cogí un destornillador y le saqué un ojo (ahí, me pasé un poco), pero que la odiaba tanto que para mí era alegría hacerla sufrir tanto.
Me llevé el secreto a la tumba y sigo pensando que le podía haber hecho más maldades.
Me revuelvo en la tumba, no puedo descansar y eso que hace mil años que estoy ya aquí, en el infierno, viendo sufrir a los demás, como se queman, como chillan… y yo, tan contenta, viendo sufrir a los demás; es lo que tiene ser tan terroríficamente mala.
Me llevé el secreto de mi amiga y hoy quiero que todo el mundo lo sepa.
Una malvada desde el más allá.
Por Miqui

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