Relato de terror: "El misterio del bosque"

 

EL MISTERIO DEL BOSQUE

En un pueblo remoto, rodeado de densos bosques se contaban historias de duendes, pero no de los traviesos y alegres, sino de aquellos que acechaban en la oscuridad. Los ancianos del lugar advertían a los niños que nunca se aventuraran solos en el bosque al caer la noche, pues había duendes que robaban almas.

Imagen realizada con IA en Canva

Una noche, un grupo de adolescentes decidió desafiar las advertencias. Con linternas en mano, se adentraron en el bosque, riendo y burlándose de las leyendas. A medida que avanzaban, el aire se volvía más frío y un silencio inquietante envolvía el lugar. Sin embargo, siguieron adentrándose, ignorando la creciente sensación de ser observados.

De repente, una risa aguda resonó entre los árboles. Se detuvieron, mirándose unos a otros con preocupación. «Solo es un eco», dijo uno de ellos, pero la risa se volvió más cercana, más siniestra. La oscuridad parecía cobrar vida, y las sombras se alargaban como si quisieran atraparlos

Decidieron regresar, pero el bosque parecía haberse transformado. Los senderos que conocían se habían desvanecido, y las copas de los árboles se entrelazaban, formando un laberinto. Desesperados, comenzaron a correr, pero las risas de los duendes resonaban en sus oídos, cada vez más cercanas.

Uno de ellos, Carlos, tropezó y cayó. Cuando se levantó, se dio cuenta de que sus amigos habían desaparecido. Aterrorizado, se adentró aún más en la oscuridad, buscando alguna señal de ellos. Sin embargo, cada paso que daba parecía llevarlo más lejos de la salida y más cerca de un destino aterrador.

Fue entonces cuando vio a los duendes. Eran criaturas pequeñas y torcidas, con ojos brillantes que resplandecían en la penumbra. Se movían ágilmente, como sombras que danzaban alrededor de él. Carlos sintió un escalofrío recorrer su espalda, cuando uno de ellos se acercó, mostrando una sonrisa que no prometía nada bueno.

 

«¿Buscas a tus amigos?», dijo el duende. Su voz, como el crujir de ramas secas: «Nosotros te ayudaremos, pero a cambio… tendrás que quedarte con nosotros».

Carlos, paralizado por el miedo, intentó retroceder, pero los duendes lo rodearon. «No te preocupes», dijeron en un coro escalofriante, «Aquí siempre tendrás compañía».

Desapareció esa noche en el bosque, al igual que sus amigos. Nunca regresaron al pueblo y desde entonces los ancianos advertían a los niños sobre los duendes que se esconden en la oscuridad, recordándoles que a veces la curiosidad puede llevar a lugares donde la magia se torna aterradora. Y cuando la luna llena iluminaba el bosque las risas de los duendes podían oírse siempre en busca de nuevas almas que atraer.

Por Flor M.C.





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