FINAL RELATO ENCADENADO 2 - GRUPO DE PALOMARES

 El picaporte de la habitación de Aroa se abrió, daban las tres de la mañana en el reloj. 


Aroa, ¿estás dormida? – preguntó Íker. 


No, pensaba en la historia de mamá – respondió Aroa. 


¡La cabeza me echa humo! exclamó Íker. 


El cumpleaños de mamá es dentro de tres meses. ¿Qué te parece si le preparamos un regalo en secreto? Información sobre su familia. Juntos podíamos investigar – le sugirió Aroa a su hermano. 


Me parece magnífico. Yo pensaba en “la Chusqui”, se hizo amiga de mamá en la cárcel, nos puede orientar cómo empezar. También internet se nos da muy bien – dijo Íker. 


La Chusqui les dijo que comenzaran por el centro de transeúntes Can Planas de Barcelona, las personas que viven en la calle sin techo suelen pasar por allí y podían saber algo de su tío José. 


En internet descubrieron en Bilbao un convento que fue hospicio, recogieron a los niños pobres abandonados. Una de las gemelas, María, fue enviada allí por sus tíos, ya que no podían alimentar a las dos; eran tiempos difíciles y podría ser adoptada por alguna familia de bien. Lo que supieron fue que su rebeldía le traería grandes castigos, abusos… Nunca fue adoptada, jugó con las drogas, murió antes de los dieciochos años sin haber podido abandonar tan horrible lugar.  


Un fin de semana Íker y Aroa le dijeron a Manuela que se iban a un concierto a Barcelona. Sin embargo, iban al centro de transeúntes. Quien llevaba el centro era Pedro, de barba blanca, y cara bonachona. Él era el alma del lugar, le encantaba su trabajo y había aprendido a escuchar sin juzgar. Se acordaba perfectamente del paso por el centro de José, un joven borrachín, que se desintoxicó cuando estuvo allí gracias a Gilbert, un viejo alcohólico. Gilbert se vio en los ojos de José, no quería que acabara como él, lo protegió y ayudó hasta que murió.  En su entierro triste solo Pedro y José estuvieron. Para asombro de José, lo nombró heredero de su gran fortuna, guardada en secreto. Con este dinero, José creó un centro de desintoxicación, aportaba grandes donaciones al centro de transeúntes por el que pasó. Pedro los puso en contacto.


Cuando Íker y Aroa se encontraron con su tío José, este les informó sobre toda la familia. Él estaba casado con una gran mujer y tenía cinco hijos. Su tío Adolfo era el reflejo vivo de su padre, era carpintero en Sevilla, separado y con dos hijos. Su tía Teresa era médico en Salamanca, tenía pareja y un perro. Su tío Antonio era abogado, la carrera la pagó José, trabajaba con él, casado y con tres hijos. 


El 24 de junio de 1970 Manuela entraba en el restaurante de siempre, donde celebraría su cumpleaños en familia, nunca mejor dicho, pues toda su familia estaba allí. Nunca unas lágrimas rodaron por sus mejillas con tanta felicidad. Al fin la familia junta. 


M.ª Cruz Sánchez 



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