CONTINUACIÓN RELATO ENCADENADO 2 - GRUPO DE LAGUNILLA

 

-Mi infancia adorable – así comencé mi relato a mis hijos – se convirtió en un infierno cuando llegué a casa de tía Ana y tío Ignacio (hermano de mi padre); huraño, taciturno y bebedor empedernido. Crecí educada a palos, sus palizas eran frecuentes por lo que enseguida aprendí a estar lo menos posible en casa, pues todo lo gastaba en beber, mientras la anodina y asustada tía Ana y yo pasábamos hambre.

Mis salidas cada día se fueron haciendo más asiduas, me iba a buscar algo de comer y así comencé a cometer pequeños hurtos que se convirtieron en más graves y terminé en la cárcel.

Miraba por el rabillo del ojo a mis hijos adolescentes, Iker y Aroa, vi cómo se les escapaban unas lágrimas de sus ojos, pero continué mi relato:

- Entre las cuatro paredes de mi celda, que tantas horas pasé, reflexioné por qué culpaba al mundo del accidente de mis padres y de la terrible separación de mis hermanos; no lo entendía. Esto añadido a la convivencia en aquel horrible lugar en Bilbao me volvieron más arisca, introvertida e intolerante.

Apuntarme a hacer el curso de asistente social me ayudó a cambiar, a ver otra forma de vida. A la salida de la cárcel continué con estos estudios. También ayudó mucho cuando llegué a casa de tía Ana y me contó que tío Ignacio había fallecido de una intoxicación etílica, cirrosis hepática. Su vicio acabó con él.

Tía Ana estaba eufórica con mi llegada, parecía distinta sin esa coraza de miedo que había soportado junto a él y nuestras vidas cambiaron por completo.

Conocí a vuestro padre, como sabéis era mi profesor, y así comenzó nuestra bonita historia.

Ahora mi gran deseo es localizar a mis hermanos para saber qué ha sido de ellos.

-Mamá- dijo Iker – nosotros te ayudaremos con internet.

-Pues a la tarea…

Rosa

(Grupo Lagunilla)